Descubriendo algunos de los lugares más antiguos y con encanto nos encontramos con el Cementerio de Greyfriars, en Edimburgo, un lugar que también destaca por ser uno de los cementerios supuestamente más encantados de toda Escocia.
Este lugar de último reposo es uno de esos cementerios con historia, en el que las lápidas y estatuas llaman la atención por su belleza, creando un camposanto digno de ser fotografiado. Arte funerario apreciado por los amantes del necroturismo, y, como no, de los amantes de la escultura; y es que en este camposanto podemos encontrar verdaderas obras de arte.
Greyfriars tiene historias y leyendas asociadas, pero quizá, una de las más destacadas e interesantes sea la de Bobby, el perro fiel que vigiló la tumba de su amo hasta que finalmente él mismo falleció. Podemos observar su tumba, o por lo menos la lápida, pues el perro no pudo ser enterrado dentro de los muros ya que las autoridades no lo permitieron.
En esta lápida, situada en la entrada misma del cementerio, se puede leer su nombre y la fecha de su muerte, ocurrida en 1872. Generalmente está cubierta de regalos dejados por los visitantes.
El dueño de Boby fue John Gray, un hombre que trabajaba como vigilante nocturno y que decidió conseguir un perro para que lo acompañará en estas largas noches. Este perro, un Skye Terrer, era Bobby, un perro fiel que acompañó a John durante todas y cada una de sus guardias, hasta que finalmente falleció por tuberculosis en 1858.
A partir de ese momento, el leal perro se mantuvo sentado firme en su lápida, hasta que 14 años después la muerte se lo llevó a él, reuniéndose finalmente con el que había sido su amo. Sin duda es una historia enternecedora, que muestra una vez más la lealtad y bondad natural de estos animales de compañía.
En Edimburgo todos los conocían y le acercaban comida para que sobreviviera. Así, tras su muerte, el clamor popular demandaba un entierro junto a su amo. Pero las autoridades no dieron el visto bueno, así pues, Bobby descansa en una zona ajardinada fuera de los muros.
Además de esta particular historia, el cementerio tiene fama de estar embrujado. Hay varios espíritus que rondan las tumbas de Greyfriars, uno de ello el infame abogado George Mackenzie, conocido como Bloody (sangriento).
Este fantasma es capaz de causar moretones y cortes en todas las personas con las que entra en contacto, además hay varios registros de ataques importantes dentro del cementerio que muchos atribuyen a este fantasma.
Cabe destacar que si estáis interesados en visitar este lugar, podéis realizar una ruta guiada por la noche. Quizá sea la mejor forma de introducirnos en este mundo lleno de sombras, belleza tenebrosa y esculturas asombrosas.
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