domingo, 22 de febrero de 2015

Casos reales. Enterrados vivos II


Contituemos,querido lector, con algunos casos más de personas que sufrieron en sus carnes el terror de ser enterradas vivas:

Mary Norah Best

Tenía 17 años, era la hija adoptiva de la señora Moore Chew. En 1871 fue declarada muerta de cólera en Calcuta, India. Fue introducida en un ataúd de pino y llevada a la cripta familiar de la familia Chew en un antiguo cementerio francés de Calcuta. Diez años después, en 1881, la cripta fue reabierta para introducir el cuerpo de su tío. Al entrar, el asistente del sepulturero encontró la tapa del ataúd de Mary en el suelo. Su esqueleto estaba con la mitad dentro y la mitad fuera del ataúd.
Aparentemente después de ser sepultada, Mary despertó y luchó violentamente hasta que fue capaz de abrir la tapa de su féretro. La hipótesis más aceptada sobre este caso indica que Norah fue envenenada por el cirujano que la declaró muerta precipitadamente (él obtendría algún beneficio con su muerte). Después, Norah habría despertado encerrada en un ataúd y lo habría hecho caer al suelo con un movimiento brusco. Roto, el féretro le habría permitido salir, pero el golpe en la cabeza por la caída la hizo desmayarse y posteriormente, morir.

Mr. Jenkins

En febrero de 1885, el diario The New York Times publicó la historia de un hombre identificado como “Jenkins”, quien fue declarado muerto después de pasar varios días en cama, primero con fiebre y después gélido, sin moverse y sin pulso aparente. Jenkins fue enterrado pese a que las personas que pusieron su cuerpo en el ataúd afirmaron que estaba tan flexible como el de una persona viva.
Días más tarde, el féretro fue exhumado con el objetivo de hacer un reacomodo en el mausoleo familiar donde estaba. Los encargados de hacer el traslado abrieron el ataúd para evaluar si el cuerpo podía viajar tal como estaba o si era más conveniente llevarlo en una base de metal y descubrieron al cadáver boca abajo, con grandes trozos de cabello arrancado en sus manos, además de varias rasgaduras en la tela del sarcófago.

Li Xiufeng

En la ciudad de Beiliu (China), una mujer de 95 años sorprendió a sus familiares y amigos al salir de su ataúd, impulsada por el hambre, seis días después de que todos la creyeran muerta.
Una mañana, la nieta de Li descubrió que su abuela no respondía a la llamada para el desayuno, creyendo que se había quedado dormida, fue a despertarla. La sacudió y le habló sin obtener respuesta, fue entonces cuando inició junto con su hijo los preparativos para el funeral de la señora Xiufeng.
Una semana después de la “muerte” y un día antes de que la señora fuese enterrada, su nieta se asomó al ataúd y lo encontró vacío. La mujer buscó ayuda entre los vecinos, emprendiendo una búsqueda inmediata por los alrededores. Así, encontraron a la nonagenaria mujer en su cocina, preparando la comida.

“Dormí por mucho tiempo. Después de despertar, sentí mucha hambre y vine a cocinar algo para comer. Empujé mucho la tapa antes de poder salir”, dijo Xiufeng. Los médicos que la examinaron después del incidente, dijeron que la mujer sufrió una muerte artificial, durante la cual se pierde la respiración, pero la temperatura corporal se mantiene.

La tradición china le salvó la vida, pero también la dejó sin nada, ya que cuando una persona muere, la costumbre del país obliga a quemar sus pertenencias.

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