“Lo único que deseo para mi
entierro es no ser enterrado vivo”. Esta angustiosa frase del estadista inglés
Lord Chesterfield, refleja claramente que existe algo mayor que el miedo a la
muerte, y es la preocupación de que un mal día nos encontramos dentro de un
ataúd, solos, sin poder movernos, en una oscuridad completa, casi sin oxígeno y
conociendo plenamente que hemos sido ¡enterrados vivos!
La catalepsia es un estado
fisiológico en el cual una persona se encuentra inmóvil, en una aparente muerte
y sin signos vitales. Pero, en realidad se halla en un estado consciente, el
cual puede variar, ya sea en un estado de consciencia leve, mientras que en
otros puede ver y oír perfectamente todo lo que pasa a su alrededor.
La catalepsia puede ser
producida por el mal de Parkinson, epilepsia, por efectos de la cocaína,
esquizofrenia, entre otras enfermedades. Muchas veces se desconoce por completo
su origen. Aunque el individuo puede presentar signos vitales, es incapaz de
controlar sus extremidades. En la Edad Media, esta rara enfermedad dio origen a
la creencia en los vampiros, pues los relatos de los sepultureros que hablaban
de gritos entre las tumbas, cadáveres con rasguños en cara y brazos, ataúdes
arañados y sujetos saliendo del sepulcro, no podía ser otra cosa que en
espectro chupasangre. El pobre infeliz que tenía la suerte de liberarse de su
encierro, finalmente era muerto a garrotazos o atravesado por una estaca al
creérsele un vampiro. Los síntomas pueden ser: rigidez corporal, el sujeto no
responde a estímulos; la respiración y el pulso se vuelven muy lentos, la piel
se pone pálida.
La suma de todos los
síntomas produce la impresión de encontrarse frente a un cadáver verdadero. Es
por el último síntoma que se cree que la persona ha muerto. Ha pasado muchas
veces, que han enterrado con vida a personas que no habían fallecido, al pensar
que estaban muertas justamente porque presentaban estos síntomas.
Se han conocido casos en los
cuales, estando el “cadáver” dentro del cajón e incluso en el mismo momento del
velatorio, los individuos se levantaban y “volvían a vivir”.
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